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12 Tips Para Dejar de Beber Refrescos

    Sabes que los refrescos no son precisamente buenos para ti, pero al mismo tiempo es posible que sea difícil resistirse. Su sabor dulce, el agradable burbujeo y el golpe de energía a veces parece ser justo lo que necesitas para acompañar tu cena, superar el bajón de la tarde o saciar tu sed.

    Pero entre más refresco consumas (regular o de dieta), más peligrosos pueden volverse tus hábitos. Ya sea que bebas un paquete completo al día o que bebas refresco de vez en cuando, reducir el consumo podría tener beneficios en tu peso y en tu salud en general. Estas son las razones por las que deberías consumir menos estas bebidas y algunos consejos para facilitar la transición.

    ¿Por qué deberías dejarlo?

    El mayor riesgo para quienes beben refresco regularmente es el exceso de calorías. Las calorías que hay en el refresco regular provienen completamente del azúcar agregado y no hay ningún valor en términos de vitaminas o minerales, ni siquiera de carbohidratos de buena calidad.

    Además, su consumo se relaciona con la caries, diabetes y problemas óseos.

    ¿Qué hay de los refrescos de dieta?

    Es probable que los refrescos libres de azúcar no tengan calorías, pero eso no significa que te hacen bien. Las bebidas de dieta conllevan los mismos riesgos para la salud que los refrescos regulares, entre ellos la caries y la pérdida de densidad ósea; también se relacionan con las enfermedades cardíacas y con la depresión en el caso de las mujeres. Cambiar a refrescos de dieta podría ser un buen primer paso si tratas de eliminar las calorías sobrantes, pero lo mejor que puedes hacer es dejarlos poco a poco.

    12 Tips para dejar de beber refrescos

    Reduce tu consumo poco a poco

    Es más fácil decirlo que hacerlo. La gente realmente se hace adicta al refresco, así que tienes que ser realista, no idealista. No dejes de tomarlo de golpe; tienes que dejarlo poco a poco, como dejarías cualquier cosa con la que hayas desarrollado dependencia.

    Si usualmente bebes varias porciones de refresco al día, primero reduce el consumo a una al día. Después de dos semanas, cambia a tres refrescos a la semana. Eso te da la oportunidad de ajustarte gradualmente, lo cual debería causar un cambio sostenible.

    Combínalo con agua

    Puedes empezar a beber la mitad de refresco y la mitad de agua. Automáticamente beberás menos, te hidratarás y te llenarás con agua, lo cual es bueno.

    Además, hay otra ventaja: Se reduce el azúcar que consumes con tu refresco, lo cual es una de las cosas a las que la gente se acostumbra. Si bebes menos azúcar, tus papilas gustativas cambiarán y pronto ya no necesitarás esa dulzura.

    Empieza a contar tus calorías

    Si bebes refrescos de cola sin estar consciente del impacto que tienen en tu cintura, podrías estar al borde de un despertar amargo: cada lata de Coca de 340 mililitros, por ejemplo, contiene 140 calorías, mientras que una botella de medio litro contiene 240.

    Empieza a poner atención en cuánto estás bebiendo; cuando lo hagas, tal vez te sientas más dispuesto a reducir tu consumo.

    Piensa en cuánto ejercicio necesitarás

    Necesitarías caminar ocho kilómetros o trotar 50 minutos para quemar las calorías que contiene una botella de medio litro de refresco.

    Cambia por té sin endulzar

    ¿Necesitas ese golpe de cafeína para despertar por las mañanas? Si no bebes café, puedes beber té sin endulzar. Puede ser igualmente refrescante y beber los fitoquímicos del té tiene beneficios reales para la salud.

    Si no te gusta el sabor del té solo, ponle un poco de azúcar o de edulcorante artificial, al menos durante la etapa de transición. Lo importante es que estés consciente y a cargo de lo que consumes exactamente y cuánto le agregas.

    Bebe antes un vaso con agua

    Cuando tengas la imperiosa necesidad de beber una dosis de refresco, llena un vaso grande con agua con hielo y bébelo antes. Muchas veces, la gente bebe refresco solo porque está aburrida o porque tiene sed y eso es lo que hay o lo que acostumbran beber.

    Si después de beber el agua sigues con el antojo de refresco, entonces puedes reevaluar si realmente vale la pena, pero es probable que tu sed se haya saciado y que te sientas satisfecho solo con el agua (puedes hacer que esto funcione cuando andas en la calle si siempre llevas una botella con agua).

    Dale una oportunidad al agua mineral

    Si lo que se te antoja es algo carbonatado, intenta beber agua mineral con gas sola o saborizada. Agrega un rodaja de fruta para darle sabor. Así, sigues obteniendo las burbujas que te encantan del refresco, pero controlas la dulzura y el azúcar agregado.

    Mejora tu agua

    Incluso el agua simple (sin gas) puede ser más agradable si le agregas un poco de fruta o sabores naturales. Podrías agregar rebanadas de pepino, fresas o naranja a una jarra de agua y meterla al refrigerador, lo que podría disuadirte cuando busques un refresco frío. Los frutos del bosque congelados y la menta fresca también pueden ser buenas adiciones a un vaso de agua fría.

    Compra refrescos sin cafeína

    Si bebes mucho refresco y aún no estás listo para dejarlo, intenta comprar versiones libres de cafeína. Tal vez empieces a beber menos sin darte cuenta.

    Aléjate de las cosas que te incitan a beber refresco

    Quizá hayas notados que solo bebes refresco en ciertos lugares o situaciones: por la tarde en la oficina, por ejemplo, o cuando comes en cierto lugar, o en la escuela. Tal vez no puedas evitar por completo esos escenarios (de todas formas tienes que ir a trabajar o a estudiar y deberías seguir disfrutando de salir a comer), pero tal vez puedas cambiar esos malos hábitos. Lleva al trabajo o a la escuela tu propia bebida saludable o una botella de agua que puedas rellenar, para que tengas una alternativa.

    Inténtalo por dos semanas

    Dejar de beber refresco gradualmente es lo mejor para la mayoría de las personas, pero algunos prefieren dejarlo de golpe. Si piensas tomar ese camino, piensa que es un cambio temporal: dejar de tomar refresco por dos semanas o un mes tal vez parezca más fácil y manejable que dejarlo para siempre.

    La mejor parte de este truco es que una vez que haya terminado el plazo, tal vez no quieras volver a tomar refresco, al menos no con la frecuencia con que lo hacías antes. Nos empieza a gustar el azúcar de acuerdo con la cantidad que consumimos a diario. Si dejas de tomar refresco por un rato, tal vez te sorprenda lo dulce que sabe cuando lo vuelves a tomar. (¿Quieres más ayuda con el método radical? Recluta a tus amigos para que asuman el desafío contigo).

    Déjalo para ocasiones especiales

    Una vez que logres romper el hábito de beber refresco y que la bebida pierda el poder que tiene sobre ti, lo puedes tratar como a cualquier alimento chatarra. Si realmente te gusta el sabor, no hay nada malo en que te consientas de vez en cuando.

    De hecho, saber que puedes beber un refresco un día en particular o en una noche especial puede ayudarte a resistirte a beberlo en condiciones normales. Solo infórmate bien: si entiendes que el refresco es esencialmente azúcar y saborizantes artificiales, entonces podrás decidir de forma más inteligente cuándo beberlo.